Estoy preocupado.
Hoy voy a descansar de los juegos. Dejaré de lado las alucinaciones. Bueno, no realmente, éstas son imparables: siguen los hongos espirando sus esporas. Más bien, cambiaré las fantasías por visiones del futuro cargadas de conciencia y miedo.
Estoy preocupado, el ambiente en esta casa se curte.
Me permito hablar en este cuaderno con franqueza, pues dudo que alguno de los que acá viven me lea, pero no dejo de escoger con cuidado mis palabras. Tan fácil es usar las palabras de otros a favor; tan fácil es que otros usen mis palabras como armas.
Traten de imaginarlo: la casa, sus casas, llena de extraños que son sus hermanos, y no no son nada suyo.
Por mi forma de ser tengo el favor de la madre, pero a los hijos protegidos es a los primeros que destruyen, igual que Caín mató por celos al preferido de Dios.
Somos todos hijos de Caín, y en nuestra sangre está la destrucción de los hermanos.
El ambiente en la casa está curtido, y es uno, lo sé, es uno (el medico) quien mancha el aire y prepara la guerra de puñaladas en la espalda.
Me molesta que la batalla sea en esas condiciones, en ese sentido llevo desventaja. Pero si lo que quiere es sangre, sangre de palabras tendrá.
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