-¿En cuál vida estoy? -dijo Ana despertando por fin del trance en el que había llegado. Me alegré pues Efesto y Loki habían comenzado a hablar de más, como efecto de la cerveza, y a quemar papelitos en el cenicero
-El señor Medem te trajo. Está ocupado, así que no le importó que te quedaras con nosotros.
Ana contestó con un "ah" de esos que nacen de entender una parte importante del problema, pero de ser aún incapaz de ver la solución. Su mirada seguía algo ausente.
-Perdona si te molesta. Fue casualidad encontrarte, pero quise mantenerte cerca para poder contarlo después. Esto de estar cerca de una mujer tan hermosa no ocurre todos los días -le dije sonriendo.
-Pero, ¿qué vas a contar? -dijo ella sonriendo. Que hermosa te ves cuando sonríes, caótica Ana- Nunca hablas sobre lo que ocurre, sino sobre lo que se te ocurre, y no, no es lo mismo.
-¿Y será que algún día me ocurre algo digno de contar? -dije siguiendo el juego de sonrisas.
-Siempre que respires te pasará algo. La pregunta correcta es: ¿algún día le prestarás más atención a lo que vives que a lo que piensas?
-Ah -contesté yo, con uno de esos "ah" de los que ya había hablado. Nos quedamos en silencio escuchado el crepitar de las etiquetas de cerveza en el cenicero.
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