viernes, 11 de septiembre de 2009

Para refrescar la espera

El cabello de la frente se eleva empujado por el agua. Se acerca con lentitud, llevando su cuerpo hacia adelante, aclimatándose al agua. El viento llega frío desde el sur. El agua acaricia la frente con la fuerza disparada. La mujer sentada en la escalera, que antes miraba ensimismada el pilar liquido de la fuente, ahora lo observa. Sin alterar la velocidad de su movimiento, se acerca hasta cubrir el rostro con el agua proyectada.

Sigue llegando en bocanadas el aire de la tarde que se acaba; sigue mirando la mujer de la escalera al hombre que se aleja; sigo esperando con el café ya frío a que Margarita llegue.

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