-¿Qué tipo de árbol eres?
-¿Cómo así?
-Sí, ¿qué tipo de árbol eres? Yo por ejemplo soy un guayacan de selva o de ciudad?
-Absurdo.
-¿Perdón?
-Absurdo. La ciudad y la selva se contradicen en todo. Puede que como humana te imagines igual de sola en la selva o en la ciudad, pero un árbol estaría en su ambiente dentro de la selva. Imagina por un momento cómo hablaría un árbol de ciudad: su voz ronca y arrastrada por el aire que respira día tras día. Hablando banalidades con su compañero cuando no quieren estar callados: Son silenciosos centinelas que se han quedado sin qué proteger. Omnívoros, devoradores de cuanta colilla y vomito cae en sus gargantas. Adictos al dolor de las navajas bandoleras y de los aerosoles desocupados. Algunos no pronunciaran palabra en toda su vida por haber nacido demasiado lejos de otros, y otros intentarán en vano hablarle a la antipática y fugaz flor de jardín con cerca. Es absurdo que creas que puedes ser árbol de ciudad o de selva.
-¡Es sólo un juego!
-Entonces no sabes jugar.
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