domingo, 27 de septiembre de 2009
Última llamada
Lo más difícil para ella fue marcar el último número: temblaba indecisa, sintiendo que se le iban las fuerzas. No pensó que pudiera hablar. La respiración se le cortaba con cada tono de espera en el teléfono. Pero, una vez escuchó la voz al otro lado del auricular, todas las palabras surgieron de manera natural. Dijo lo que tenía que decir, respondió con calma lo que el hombre le preguntó. Sí, claro; no, no hay ningún problema; en efectivo, está bien. Ya estaba. Para el próximo martes tenía la cita en la calle 23 con 49: si todo salía bien, Juan, su novio, ya no tendría de qué preocuparse.
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