lunes, 7 de septiembre de 2009

Esperando

Estoy sentado. En la televisión están presentando "La Guerra de las Regiones", o algo así, no me gustan esos programas. Pasa algo en el programa y todos ríen; no lo estoy viendo y tampoco subo la mirada, así que no me entero de por qué las risas. Me levanto, mi compañera levanta su mirada -ella tampoco ha reído con los otros-, sabe lo que voy a hacer y asiente. Me acerco a la puerta de cristal donde la enfermera me mira esperando alguna consulta o suplica. La ignoro y busco con la mirada a la otra chica de uniforme azul. Allá, con su madre. Me miran, saludo con ,la mano y sonrío; no, no me han visto; una sonrisa desperdiciada. Vuelvo a mi asiento. Sin palabras, Sindy me pregunta si ya ha entrado. No, le respondo moviendo la cabeza de un lado a otro con lentitud- con mucha lentitud; no sé cuanto tiempo me he estado moviendo. Estoy mareado. Me siento y seguimos en silencio. De nuevo los otros ríen. Esta vez miro el televisor, pero ahora están en otro programa, una novela tal vez, no sé, no la reconozco y no entiendo de qué se ríen. Me molesta, no, no las risas, esas me son indiferentes, me molesta el pensamiento que se cruzó en mi cerebro al levantar la cabeza, al salir del estupor: esta mañana desperté con melancolía, y ahora sus razones me parecen tan simples, tan tontas. Natalia tiene diecisiete años y tuvimos que traerla a urgencias por una severa molestia en el pecho; podría ser el corazón, nos dijo una enfermera. Yo esta mañana sentía melancolía por ningún motivo y ahora, frente a esta situación, nada parece que siento. Pero me equivoco. Excepto por este divagar, la ausencia no era de sentimientos sino del pensar inútil que es el hierro de mi hado.

Ya sale. Parece que está mejor. Sindy y yo nos sonreímos aliviados y de repente nos damos cuenta de lo cansados que estábamos de tanto esperar.

1 comentario:

  1. A mí siempre me pasa éso de que la melancolía a distancia parece una completa tontera.
    Abrazos.

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